Dentro y en cada uno de nosotros vive una vasta población de bacterias, hongos, protozoos y virus. Acumulativamente, el microbioma incluye tantas células como el cuerpo humano y codifica 100 veces más material genético que el genoma humano. Hasta mil especies diferentes de bacterias viven únicamente dentro del intestino.
Con dicho conocimiento se ha llegado a la constatación de que el microbioma es un actor clave en la salud humana, afectando desde el estado de ánimo hasta el metabolismo. La microbiota dentro del intestino – un tubo hueco que se extiende desde el esófago a través de los intestinos hasta el ano – juega un papel muy importante en lo que son las distintas enfermedades. Los disturbios a este sistema, también conocido como la zona gastrointestinal o digestiva, se han asociado con obesidad, cáncer, y desórdenes neurodegenerativos tales como Parkinson y enfermedad de Alzheimer.
Las interacciones entre la microbiota intestinal y el sistema endocannabinoide se exploraron por primera vez en el 2010. Un equipo de investigación belga demostró que alterar el microbioma intestinal de ratones obesos a través de probióticos, alimentos que promueven el crecimiento de bacterias que nos ayudan, alteró la expresión del Sistema Endocannabinoide (SEC) en el tejido graso con implicaciones para el metabolismo lipídico y la formación de células grasas.
Más evidencia llegó en el 2015, cuando investigadores en Canadá administraron un régimen diario de tetrahidrocannabinol (THC) a ratones con una dieta alta en grasas. La salud del microbioma intestinal en estos animales mejoró después de 3 a 4 semanas para parecerse más a la de los animales alimentados con una dieta sana y equilibrada.
Se está acumulando evidencia de que el SEC interactúa directa y bidireccionalmente con las bacterias en el intestino, influyendo en la actividad y la composición del microbioma, al mismo tiempo que ayuda a transmitir sus mensajes al cuerpo y al cerebro. Además, la salud del microbioma puede modificarse e incluso mejorarse a través de los cannabinoides vegetales, incluidos el THC y el cannabidiol (CBD), así como a través de los propios endocannabinoides del organismo, la anandamida y la 2-AG, cuya producción se estimula a través del ejercicio y el consumo de ciertos alimentos.
De acuerdo a un estudio publicado por el Profesor e Investigador de la Universidad de Calgary, Keith Sharkey, quien ha estudiado el intestino durante décadas y, más recientemente, tanto el microbioma como el sistema endocannabinoide, comprobó que el tracto gastrointestinal interactúa de forma directa con el sistema endocannabinoide del cuerpo, y demostró que hay una interacción con el receptor CB1. La barrera epitelial juega un papel muy importante en el mantenimiento de la salud general y la prevención de enfermedades.
La barrera epitelial juega un papel crucial para mantener lo que llamamos homeostasis, o las funciones normales del cuerpo. El control de ese revestimiento fino es regulado por el cuerpo. Hemos desarrollado este sistema de control que evita daños o repara rápidamente los mismos para así evitar una mayor erosión del cuerpo. Las bacterias que tenemos en nuestro intestino contribuyen a ese sistema. Todo indica que el SEC es un elemento de control elemental. Sharkey está liderando actualmente un protocolo clínico para confirmar si los receptores CB1desempeñan un papel en la gestión aguda de la función de la barrera epitelial. La evidencia preliminar respalda esta hipótesis.
El Sistema Endocannabinoide se comunica tanto con la barrera intestinal como con el microbioma, cuya salud es esencial para el bienestar humano, y sabemos que podemos manipular el SEC a través de la dieta, ejercicio y los compuestos derivados de la planta del cannabis.
Actualmente, los científicos están tratando de entender cómo los comestibles afectan al microbioma intestinal, y cómo eso potencialmente podría afectar a la respuesta a los comestibles.
Paulo Silvestri, profesor de la Universidad Laval en Quebec y presidente de investigación Sentinel North Partner sobre el sistema microbioma intestinal-endocannabinoide, siendo integrador de influencias ambientales extremas en la bioenergética, también participa en dos estudios adicionales que arrojaron más luz sobre esta compleja relación. Uno es investigar los efectos sobre el microbioma intestinal de la modulación genética del SEC, que a su vez aumenta los niveles de 2-AG y suprime la actividad CB1 en pruebas clínicas. Esto se basa en una investigación que fue publicada en enero del 2020 por el mismo equipo que muestra que la alteración controlada experimentalmente del microbioma intestinal resultó en cambios significativos en la expresión génica y la señalización dentro del sistema endocannabinoideo, un sistema más amplio de receptores, enzimas y mediadores lipídicos.
El THC cambia o altera el microbioma intestinal, así como el microbioma en los pulmones, y existen cambios similares en el intestino, así como en los pulmones. El estudio continuo de la aplicación de CBD y THC en el tratamiento de males intestinales es muy prometedor. La alteración del microbioma intestinal por parte de estos cannabinoides puede desempeñar un papel en la supresión de la inflamación sistémica que se observa generalmente.
En resumen, el suprimir la inflamación sistémica del colon es crítico para prevenir cualquier tipo de enfermedad, ya que en este momento se considera que la inflamación es la causa subyacente de todo, no solo de las enfermedades autoinmunes, sino de las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas también, incluyendo el mal de alzhéimer, la obesidad, cánceres de todo tipo, y Covid-19 entre otras. Donde sea, existe inflamación de algún tipo.
Fuente: Nate Seltenrich, un periodista científico independiente con sede en el Área de la Bahía de San Francisco, cubre una amplia gama de temas que incluyen salud ambiental, neurociencia y farmacología.
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